miércoles, 19 de febrero de 2014

Una joya del Barroco madrileño: La Basílica de San Miguel

Es una de las iglesias que pasan más desapercibidas por las calles de nuestra ciudad, debido a que se encuentra en una calle poco frecuentada. Pero lo que realmente esconde esta vía es un verdadero tesoro de monumento artístico, es un ejemplo del mejor barroco italiano de Madrid del siglo XVIII, se trata de la Basílica de San Miguel. Se trata de una de las iglesias más interesantes de Madrid, a pesar de sus pequeñas dimensiones. Fue mandada construir por la reina Isabel de Farnesio, en el 1739, cuando su hijo Luis Antonio de Borbón era arzobispo de Toledo y también de Madrid. Para dicha iglesia, se eligió el emplazamiento dónde ocupaba anteriormente la parroquia de los santos Justo y Pastor, terminándose en 1745 este proyecto. Se le encargó la construcción al arquitecto italiano Santiago Bonavía, aunque en un principio se le llamó a Teodoro de Ardemans. Posteriormente finalizado por Virgilio Rabaglio. Es una edificación de planta de cruz latina con capillas laterales cóncavas y convexas.Es muy importante su decoración interior, como las pinturas de las bóvedas del crucero del siglo XVIII, obra de los hermanos González Velázquez, y destacan los retablos en los que trabajó Ventura Rodríguez,quien era el preferido del Infante don Luis. Es una decoración de estilo rococó. Pero lo que más nos llama la atención es su fachada, única del Barroco madrileño. Es de forma convexa, rematada por dos torres con chapiteles, de influencia oriental, y un frontón curvo. Cuenta con varios conjuntos escultóricos que están situados en los cuerpos superiores, como las alegorías de la Caridad, la Fe, la Esperanza y la Fortaleza, obra de Roberto Michel y Nicolás Carisana, y sobre la puerta hay colocado un bajorrelieve, realizado por Carisana, que representa el Martirio de los Santos Justo y Pastor. En cuanto a su historia, este templo actual se sitúa dónde se localizaba antes el templo de los Santos Justo y Pastor pero al haber un incendio, se decidió por la construcción de la iglesia que ahora vemos. En tiempos de José Bonaparte, se decidió añadir la advocación de San Miguel, pasándose a llamar San Miguel, Santos Justos y Pastor, debido a que la parroquia de San Miguel de los Octoes, que se encontraba en la actual Plaza de San Miguel fue derruida. Posteriormente, en el siglo XIX, el templo cambió definitivamente su advocación a San Miguel, y la feligresía de los Santos Justo y Pastor pasaron a la iglesia del antiguo Convento de las Maravillas. Es Monumento Histórico Artístico Nacional desde 1984. Como curiosidad, se sabe que allí estuvo enterrado el músico Luigi Boccherini, que fue muy querido por Luis de Borbón. Pero en 1927, Mussolini decidió trasladarlo a Italia.